Lectura ética de La Tempestad
En la obra se dibuja a los hombre europeos de siglo XVII, enajenados por la ambición de riquezas y poder. A tal punto que traicionan su propia naturaleza y actúan en contradicción a su conciencia.
El proyecto de Próspero consiste en restituirles el corazón y devolverlos a sí mismos.
Para ello se vale de la magia – el teatro - ; les representa sus felonías; les enseña el poder del destino para castigar esas faltas; y, finalmente, los conduce al centro en que todos los seres se unen - el círculo- para compartir con ellos el perdón, el amor, la fuerza que mueve a los hombres y que nace de su mismo centro, de nuestra propia esencia.
Perdonar, en el sentido de renunciar al odio y su ciclo de constante destrucción, se asocia al ejercicio de empatizar con el otro; sentir con él; emocionarnos con él.
Al perdonar el engaño del otro, curamos nuestras propias mentiras; al tener misericordia por la violencia del otro, apaciguamos nuestra agresividad; al disculpar la envidia del otro, ponemos límite a nuestro deseo de lo ajeno.
El perdón, es en consecuencia, un ejercicio de sanación. En el campo social, porque conlleva la paz. En el nivel individual, porque significa templar los vicios que moran en nuestro espíritu y que rivalizan con los que observamos en el prójimo.
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